Es evidente que la tortilla de supermercado es una opción, pero si es buena o mala dependerá del criterio de cada persona.
Es curioso cómo cuando aparecieron las primeras tortillas de supermercado, todo el mundo se escandalizaba si decías que las habías comido. Sin embargo, ahora, cuando dices “voy a hacer una tortilla”, más de uno te dice “no te compliques, haz una del supermercado que la tienes hecha en dos minutos y está buenísima”.
Al parecer, cada día es una mejor opción para muchas personas.
Estas tortillas ya vienen preparadas, envasadas al vacío y listas para calentar y comer. Son una solución rápida y cómoda para aquellos que no tienen tiempo o habilidades culinarias para hacer una tortilla casera. Además, su precio suele ser muy económico.
Sin embargo, la calidad de estas tortillas puede variar mucho de una marca a otra, y aunque algunas pueden estar bastante bien, la mayoría no tienen nada que ver con una tortilla casera. A menudo están hechas con ingredientes de baja calidad, como aceites refinados y patatas precocidas. También pueden contener aditivos y conservantes para prolongar su vida útil.
Por otro lado, una tortilla casera requiere un poco más de tiempo y esfuerzo, pero el resultado es una tortilla mucho más sabrosa y saludable. Se pueden utilizar ingredientes frescos y de calidad, y se puede controlar el tipo de aceite utilizado y la cantidad de sal añadida. Además, es una buena oportunidad para experimentar con diferentes ingredientes y hacer una tortilla a tu gusto.
En definitiva, la tortilla de supermercado puede ser una opción práctica en determinadas situaciones, pero si buscas una tortilla auténtica y sabrosa, lo mejor es hacerla tú mismo en casa.
Aquí os dejo un video que ilustra lo comentado anteriormente.